Aún me parece oír las risas,
el rugir del piso de madera, el temblor
los saltos de los jóvenes en el piso de arriba
emanando borrachera
y juventud a la misma vez.
Los oigo todavía
tan vivos y libres, descontrolados,
sin el peso que por estos días cargan.
Me llena de belleza ese sonido.
Vuelvo a imaginarlos allí
en el mismo lugar,
ojala nunca se vayan.
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¿Tuyo?
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